DORMIAMOS CON LA PUERTA ABIERTA.

Hubo una época en que las noches eran tranquilas y seguras, cuando en la ciudad se respiraba la confianza y la calma. Los niños corrían por la calle inventando juegos mientras los padres platicaban sin ninguna prisa, cuando llegaba la hora de dormir y el calor era intenso pues los aires acondicionados no estaban al alcance de todos y sucedía la magia del tiempo, las familias dejaban la puerta abierta por la noche y el ruido blanco del abanico arrullaba a sus moradores, los más grandes tenían la ventaja de dormir en el patio o en las azoteas bajo el cielo estrellado, cerrando los ojos a la par que los grillos cantaban, no se escuchaban sirenas ni música agresiva alrededor, todo era calma y tranquilidad…
Era una época sencilla, en dónde la confianza entre los vecinos no era más que necesaria una aldaba y el cobijo era el fresco de la madrugada.
✍️Alejandro V.